Florencia Camerano. Educación de calidad

Una educación de calidad requiere planificación, estrategia y liderazgo

La educación en Argentina y en el mundo requiere estrategia, planificación y un liderazgo que tenga las herramientas y capacidades suficientes para establecer jerarquías, priorizar, escalar metas y resultados y por sobre todas las cosas cuidar y potenciar los equipos de gestión, cuerpos académicos y estudiantes.
La educación de calidad no es una mera retórica, es una responsabilidad ineludible de quienes formamos parte del sistema educativo, en cualquier de los niveles en el que estemos y exige mucho más que buenas intenciones, exige compromiso, formación y gestión estratégica. La escuela, las instituciones de educación superior, la universidad; forman ciudadanos y profesionales que sean capaces de comprender las complejas relaciones entre la ciencia, la tecnología y las esferas social, económica, política y cultural. Quien habita estas instituciones necesita ejercer un liderazgo que propicie el aseguramiento de la calidad educativa y sostenga sus decisiones en evidencias, en datos objetivos, en dispositivos de evaluación que orientan la planificación estratégica. Aún cuando liderar organizaciones requiere de apertura, flexibilidad y agilidad, la forma de hacerlo es con previsión, anticipación y mirada transversal. Planificar es el punto de partida para un liderazgo asertivo y eficiente. Implica la identificación clara de objetivos, la evaluación de las necesidades y demandas del contexto (sociales, económicas, culturales, demográficas) y la asignación de recursos tanto materiales como institucionales y simbólicos.

 

Liderazgo proactivo, autónomo, eficiente y empático

Liderar con planificación:
– representa una oportunidad de crecimiento y desarrollo a todos los actores que forman parte de la organización educativa
– conlleva negociación, acuerdo y gestión del conflicto como una oportunidad
– promueve la participación, potenciar las cualidades de los docentes, estudiantes y equipos de gestión
– evalúa para la recolección de datos, toma de decisión y mejora.

¿Qué profesionales necesitamos formar para los desafíos del mañana? ¿Qué habilidades transversales son indispensables para un ciudadano global y adaptable a las demandas personales y colectivas del contexto histórico? ¿Cómo podemos garantizar la accesibilidad a una educación de excelencia y enseñar todo a todos? ¿De qué forma acompañamos a los docentes desde las políticas públicas e institucionales? Estas preguntas sólo pueden responderse con un análisis profundo y una hoja de ruta clara que anticipe los desafíos actuales y los escenarios futuros.
Necesitamos saber a dónde queremos llegar, cómo y con quién.

Esto supone:
– Elaborar diseños curriculares que no sólo abarquen conocimientos disciplinares, sino que también promuevan el pensamiento crítico, la creatividad, la resolución de problemas y las competencias tecnológicas y socio-culturales
– Implementar modalidades de enseñanza innovadoras, como la educación a distancia, que rompen barreras geográficas y temporales, llevando la formación de calidad a públicos que de otro modo quedarían excluidos
– Fomentar la interdisciplinariedad.
– Estimular la vinculación permanente entre la teoría y la práctica, la investigación y la extensión, elementos estratégicos que enriquecen el proceso formativo y lo conectan con la realidad profesional.
– Ejercer un liderazgo proactivo, autónomo, eficiente y empático.

Educar es liderar. Liderazgo político, proactivo y que fomente la distribución de acciones entre todos los actores de la comunidad educativa: autoridades que guían la visión, docentes que innovan en el aula y se comprometen con su desarrollo profesional continuo, estudiantes que se empoderan y asumen un rol activo en su aprendizaje, y equipos de gestión que garantizan la operatividad y la eficiencia institucional. Un liderazgo que tome decisiones, valore la evaluación sistemática como motor de mejora y entienda la apertura de la institución educativa como una vocación intrínseca para promover el acceso al conocimiento, la socialización y la profesionalización.

Como docente e internacionalista en la Universidad de la Ciudad y en los roles de gestión y liderazgo como mi actual posición de Coordinadora de Gestión Académica del Rectorado de Barceló y mi experiencia previa en la Secretaría de Políticas Universitarias, considera que la formación constante, el trabajo en equipo, el liderazgo y la toma de decisión son pilares para mejorar la calidad de la educación. Este dinamismo se logra a través de la alianza estratégica con actores internos y externos, con decisiones informadas por datos, con el know-how necesario para transformar desde la gestión académica y administrativa, y con una previsión y mirada a largo plazo. Sobre todo, requiere de una vocación inquebrantable de compromiso y responsabilidad. Para forjar una educación de calidad que prepare a ciudadanos globales y profesionales competentes para los desafíos futuros, tanto en su desarrollo personal como en su contribución social, resulta esencial impulsar liderazgos que se distingan por su responsabilidad, compromiso, empatía y un profundo profesionalismo.

 

Florencia Camerano
Coordinadora de Gestión Académica Barceló
Docente Universidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

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