Sophia Amoruso, ​una Girl Boss

 Tuvo que robar y comer de la basura en su adolescencia. De la nada construyó sin ayuda alguna un negocio de vertiginoso éxito. Fue portada de grandes revistas, escribió un best seller sobre su vida y popularizó el concepto de “girlboss”. Fracasó y se reinventó como conferencista, influencer e inversora. La polémica feminista en torno a su figura.

Cuando tenía 22 años, abrí una pequeña tienda en eBay que vendía artículos antiguos en la parte trasera de un Volvo del 87 y la llamé Nasty Gal. A lo largo de los años, amplié el negocio a US$ 100 millones de ingresos y escribí el libro más vendido del momento en Estados Unidos sobre todo el asunto y lo llamé “Girlboss”.  Entonces salí en la portada de las grandes revistas e hicieron una serie de Netflix basada en mi vida. No hace falta decir que ha sido un viaje bastante salvaje”.

Así se presenta Sophia Amoruso en su página web institucional. Recuerda sus inicios desde la nada misma, su ascenso vertiginoso, su transformación en ícono de la joven mujer triunfadora, sus caídas y su reinvención. Sin duda, una vida de película, con ribetes de polémica cultural acerca de los modelos femeninos en la carrera laboral y emprendedora.

Sophia nació en San Diego, California, en 1984.  Su padre era de ascendencia italiana y su madre griega, siendo criada en la iglesia cristiana ortodoxa. Su infancia  fue muy problemática, marcada por trastornos de conducta que fueran diagnosticados como depresión y trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).  A tal punto llegaron sus problemas que debió abandonar la escuela y completar los estudios en su casa.

Después de la secundaria, sus padres se divorciaron y ella se mudó a Sacramento, California, para intentar una vida independiente.  En esa época adoptó un estilo de vida rebelde, nómade y hasta caótico, que la llevó a hacer autostop en la costa, trabajar como stripper y hasta matar el hambre buscando en los contenedores de basura e  incluso robando en comercios. Tuvo que dejar de robar después de que la descubrieran in fraganti en una tienda de Portland. 

Se mudó a San Francisco y pronto descubrió que tenía una hernia en una ingle y para obtener el seguro médico se empleó como personal de seguridad en la Academia de Artes de la Universidad.

Pero Amoruso no era meramente una chica con una vida disfuncional. Ella tenía algo que los demás no tenían: era lista y su intuición superaba con creces a la del resto. Su fuerte personalidad tampoco era un rasgo habitual y eso la hacía diferente. Porque si algo tenía claro la joven es que ella sería la dueña de su propia vida, costase lo que costase.

                                            

Original en su vestimenta, pasaba horas rebuscando ropa vintage, que compraba por unos pocos dólares. Pronto se le ocurrió que esa misma ropa podría revenderla a precios superiores y así, a los 22 años, abrió su tienda virtual en eBay, a la que llamó Nasty Gal Vintage, nombrada así por el álbum de 1975 de la cantante de funk e ícono del estilo Betty Davis. ​ La tienda consistía en ropa vintage usada y otros artículos. Lo primero que vendió fue un libro que había robado cuando era adolescente. ​ Ella misma diseñó, fotografió, subtituló y envió los productos usando lo que le enseñaron en una clase de fotografía. ​

Amoruso comenzó su negocio trabajando desde su habitación. En 2006, su tienda de eBay  creció en forma vertiginosa pero en 2008 fue expulsada de eBay, según ella por publicar hipervínculos en sus comentarios a los clientes.

Después de esto, lanzó Nasty Gal como su propio sitio web minorista, ​ continuando con el crecimiento del negocio como una tienda en línea independiente.  

Amoruso desarrolló un intensivo trabajo en redes sociales especialmente dirigido a mujeres jóvenes. Así la empresa creció rápidamente con ingresos que aumentaron de US$ 223,000 en 2008 a casi US$ 23 millones en 2011. ​ En el apogeo de Nasty Gal, estaba obteniendo más de 100 millones de dólares en ventas anuales, con más de 200 empleados. Su caso de éxito se convirtió entonces en un tema muy atractivo para el periodismo y fue así que The New York Times la llamó «una Cenicienta de la tecnología». Por su parte, en 2013, Inc. Magazine la incluyó en su lista de emprendedores más exitosos menores de 30. ​ Además, en 2013, Business Insider nombró a Sophia Amoruso como una de las directoras generales más sexys del mundo. ​

En 2014, la autobiografía de Amoruso “Girlboss” fue publicada por Portfolio, una editorial de Penguin que se especializa en libros sobre negocios, vendiendo más de medio millón de ejemplares. ​ En 2016, se anunció que Netflix adaptaría su autobiografía a una serie de televisión del mismo nombre. ​ Amoruso confirma que la mayor parte del programa fue fiel a su vida. Se canceló después de una temporada, ya que recibió algunas críticas amargas, diciendo que era un llamado al narcisismo millenial.  

En una entrevista periodística, Amoruso admitió que no estaba preparada para las demandas de ser directora ejecutiva, ya que no tenía experiencia previa en liderazgo, y aconsejó que las personas que buscan lanzar un negocio primero adquieran experiencia gerencial en empresas establecidas. 

Con todo, las cosas comenzaron a empeorar: en 2015 los ingresos de la compañía habían bajado hasta los 77 millones de dólares y Amoruso se vio obligada a dejar su puesto como directora –aunque conservando el cargo de presidente- y recortar el 10% de su plantilla en febrero de 2016. A su mala gestión, de la que ya se quejaban sus empleados, se unieron varias demandas laborales. De hecho, en el portal Glassdoor –que permite a los trabajadores valorar la empresa en la que trabajan–, Nasty Gal no salió muy favorecida.  La propia Amoruso reconoció a la revista People que no siempre era fácil trabajar con ella.

​ En noviembre de 2016, se informó que la compañía se había acogido al Capítulo 11  (concurso de acreedores) y Amoruso renunció como presidente ejecutiva.​ La razón de esta quiebra fue atribuida a  cambios de liderazgo, una «cultura de trabajo tóxica» y mala comunicación, entre otras fallas. ​ En febrero de 2017, Boohoo Group compró Nasty Gal por US$ 20 millones –había llegado a ser valorada en Us$ 250 millones-; la empresa permaneció en Los Ángeles y continuó produciendo ropa, calzado y accesorios con su propia marca. ​

Con el dinero producto de la venta de la empresa y sus ahorros, Sophia podría haberse acogido a una cómoda y temprana jubilación. Pero el gen emprendedor no la abandonaba. Y entonces decidió poner en valor su acerbo intelectual, su experiencia y lo que había aprendido a través de su periplo emprendedor. Fue así que en diciembre de 2017 Amoruso fundó Girlboss Media, una empresa dedicada a crear contenido editorial, videos y podcasts dirigidos a un público femenino. A su vez, comenzó a realizar los llamados Girlboss Rallies,  eventos instructivos de fin de semana para jóvenes emprendedores. ​

Como lo expuso en su libro y luego en las charlas, seminarios e incluso la serie de Netflix (también titulada Girlboss), Amoruso usó el término para referirse a las mujeres que son capaces de levantar un emprendimiento o un negocio de cero por mérito de su propio esfuerzo. En otras palabras, mujeres –o mujeres jóvenes– que se las saben y pueden todo.

El término se popularizó en redes sociales y se volvió parte de la jerga cotidiana de aquellas que respondían, de alguna u otra manera, a ese imperativo. Exitosas, transgresoras, que saben posicionarse, pedir y lograr lo que se proponen. Y en el intertanto, verse bien. O así lo mostraban en sus redes. Porque ser girlboss también implica un componente físico. Además de exitosas, buenas madres y buenas jefas, son también atractivas.

Amoruso fue idolatrada por multitud de mujeres que la veían como un modelo a seguir y en algunas conferencias –como testimonió una periodista- “solo faltaba que las mujeres le arrojaran sus sostenes”.

                                      

Con girlboss, el mandato se engloba en una única palabra. Se trata de un concepto que hace referencia al éxito, a la capacidad de ser líderes, a tener todo resuelto, tanto en la casa como en el trabajo y, sobre todo, a la belleza y la juventud. Porque la terminología ni siquiera apela a las mujeres, sino que a las girls.

Desde los feminismos rápidamente se abrió la posibilidad de cuestionar el trasfondo de la premisa. Detrás de esa cultura que celebraba el éxito (en todo sentido) de las mujeres, había una presión subyacente que se le sumaba a las que ya existen para ellas por el solo hecho de ser mujeres. Sean o no jefas y exitosas.

Se argumentó que el concepto de «girlboss» reduce el feminismo a una cuestión de empoderamiento individual, principalmente a través del éxito empresarial y la autosuficiencia económica. Esto ignora las luchas sistémicas y estructurales que enfrentan las mujeres, enfocándose en cambio en logros individuales que a menudo solo son accesibles para unas pocas privilegiadas.

 La polémica quedó instalada  y con el tiempo, la propia Sophia se manifestó exhausta de representar, encarnar y  defender el concepto “girlboss”.  Tanto es así que terminó vendiendo Girlboss Media a un nuevo holding de medios llamado Attention Capital, cuyo objetivo es encontrar nuevos modelos de negocio creativos para las empresas de medios en un momento en que la industria ha estado sufriendo financieramente. Los términos de la venta no fueron revelados.

 

En 2021 Sophie Amoruso volvió a reinventarse, esta vez como angel investor, creando un fondo de inversión destinado a impulsar a startups que recién comienzan.  El fondo Trust, que surgió con un objetivo de cinco millones de dólares, logró el concurso de conocidas figuras como Marc Andreessen, Andrew Chen y Paris Hilton. 

Trust Fund se dedica a apoyar y financiar a startups y empresas dirigidas por mujeres.  Uno de sus objetivos principales es reducir la brecha de género en la financiación de startups y proporcionar a las mujeres emprendedoras el capital, asesoramiento y contactos necesarios para escalar sus negocios.

Su trabajo como directora de un fondo de capital de riesgo ha sido hasta ahora exitoso, revelando buen olfato para seleccionar oportunidades.  Sin embargo, al parecer, el concepto “girlboss” no forma parte de su filtro.  «Si alguien tiene una gran experiencia, una gran idea, si su empresa tiene un gran atractivo y está preparada para ganar, eso es más interesante para mí que cumplir con una cuota de jefa», ha afirmado.

Fuente: Revista Prensa Económica

Imagen: https://podcast.farnoosh.tv/episode/sophia-amoruso/

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