Entrevista a Lara Ojeda – Lic. en Gestión Ambiental y SCSA en Nestlé

Soy Lara Ojeda,  Licenciada en Gestión Ambiental, graduada en UADE, actualmente especializándome en Comunicación Corporativa y trabajando en Nestlé como Analista de Sustentabilidad de la Cadena de Suministro.

  1. ¿Qué te inspiró a estudiar gestión ambiental y cómo llegaste al mundo de la logística sustentable?

La sustentabilidad es un tema enorme y, aun así, hay personas que no saben lo que significa. Para mí es actuar con conciencia y empatía, una forma de vivir, que debería salir natural.

Mi motivación comenzó en mi infancia, cuando viajaba con mi papá, quien se propuso que conociera las diversas regiones de Argentina antes de explorar otros países. Durante esos viajes, experimentaba una conexión especial conmigo misma, una sensación que solo surgía en vacaciones. Con el tiempo, ya en la adolescencia, me empecé a cuestionar cómo funcionamos como sociedad: el capitalismo, la vida urbana y la realidad de que el verde solo se encuentra en una plaza (si tenés la suerte de vivir cerca de una). No lograba entender por qué me sentía de una manera en la ciudad y de otra completamente diferente al estar en contacto con la naturaleza.

Durante la secundaria, estaba convencida de que quería estudiar psicología, pero mi ambientalista interior siempre estuvo presente. En mi último año (2019), junto a mis amigas, ganamos las elecciones del centro de estudiantes. Gracias a mi profesora de química, Laura Crozza, una profunda apasionada por el cuidado ambiental, tuve la oportunidad de llevar a cabo mi primer proyecto ambiental en el Colegio Alemán de Lanús en colaboración con Botella de Amor. Además, organizamos grupos para participar en las marchas de Fridays For Future cada viernes.

La vuelta inesperada ocurrió cuando un día recibí, por error, un correo de la UADE. Descubrí que existía la carrera de Gestión Ambiental, algo que ni siquiera sabía que se podía estudiar. Me animé a intentarlo y, desde entonces, la sustentabilidad dejó de ser solo un interés; se transformó en mi carrera y en mi estilo de vida.

  1. ¿Cómo se sintió entrar en Nestlé?

Para mí, entrar a Nestlé fue un gran paso. Antes trabajaba en un laboratorio que analiza principalmente suelos y aguas contaminados con hidrocarburos. Fue una experiencia de muchísimo aprendizaje, con un equipo de gente increíble y un trabajo que es necesario e importante. Aunque al mismo tiempo, a veces sentía que solo veía una parte de la película: hacía los análisis, pero no podía ver cómo esos resultados se usaban ni qué impacto generaban después.

En Nestlé encontré otra perspectiva, más integral. Pude ver cómo se piensan las decisiones de manera estratégica y con un alcance más amplio, lo que me dio la sensación de poder sumar de otra forma. Siempre me interesó entender cómo las empresas pueden ser agentes de cambio y, en ese sentido, este rol me permitió acercarme más a esa idea. Hay un libro que recomiendo mucho, El nuevo hombre verde, que habla de cómo muchas veces se pone el foco en lo individual. Pero entonces me pregunto: “¿Cómo voy a cambiar algo si las empresas siguen contaminando o si el Estado no actúa?

  1. ¿Cómo fue el proceso interno de descubrir el área en el que querías enfocarte?

Todavía estoy en una etapa de explorar distintos caminos. Tengo 24 años y siento que es un buen momento para probar experiencias diferentes. El área de Logística me interesó porque es un área clave dentro de toda empresa y, además, es un entorno históricamente liderado por hombres, lo que me motiva a aportar otra mirada vinculada con la sostenibilidad.

Al mismo tiempo, siempre me interesó mucho la comunicación. Fui ayudante de cátedra en la materia Comunicación Social y Ambiente, y ahora estoy haciendo un posgrado en comunicación corporativa. Me gusta pensar la comunicación y las relaciones públicas como la capacidad de “traducir lenguajes” entre actores distintos.

En el verano estuve haciendo un voluntariado en el Parque Nacional Lanín, en Ñorquinco específicamente. Y ahí estaba la comunidad mapuche, APN (Administración de Parques Nacionales), una gran empresa y el gobierno. Son tantos actores gestionando un mismo espacio, con diferentes intereses pero conectados entre sí (por ejemplo, el idioma empresa es la plata, el idioma mapuche es cultura, costumbres, identidad, el idioma APN es gestión y conservación y el gobierno es administración). Creo que sería increíble poder ser una persona que hable todos esos “lenguajes”, y ayudar a que se entiendan entre sí para gestionar el ambiente de la mejor y más coordinada manera posible.

 

  1. ¿Qué habilidades considerás claves para liderar proyectos sostenibles hoy?

Creo que en este campo es clave tener empatía y una mente abierta, pero también saber plantarse y no achicarse. Hace falta negociar, ejercer un liderazgo consciente, ser creativo y trabajar en equipo, porque en ambiente nunca se trabaja solo. Muchas veces, incluso te toca hacerlo con personas que no saben lo que vos hacés, o que quizás no lo tienen como prioridad, y ahí es donde estas habilidades marcan la diferencia.

  1. ¿Cómo te hace sentir el contexto en el que vivimos actualmente en el cual desde el poder no se considera algo serio el cuidado ambiental?

El rumbo político global me asusta, sobre todo cuando vemos gobiernos que eligen el negacionismo, minimizan la crisis climática o incluso ponen en duda la necesidad de actuar. A mí me toca de cerca, estudié para ser docente en la facultad en la que estudié y pude lamentablemente ver cómo bajó abruptamente la inscripción en carreras ambientales. Y eso pasa porque muchos piensan: “¿Para qué voy a estudiar esto si después no voy a encontrar trabajo?”.

Yo misma lo viví: me costó bastante insertarme, trabajé mucho tiempo como pasante y en paralelo en turismo para poder sostenerme. Por eso creo que el compromiso no debería depender solo de la voluntad de unas pocas empresas, sino de un marco más amplio, con políticas que realmente obliguen y acompañen la transición.

  1. ¿Qué consejo le darías a una joven que siente pasión por la sustentabilidad y cuidar el planeta?

Estudiá lo que te gusta, viajá, hacé los voluntariados que quieras y aporta desde tu lugar, ya seas ambientalista o profesional del ambiente. Entrá de la forma que puedas. A mí, por ejemplo, me cambió la vida el voluntariado que hice este verano.

Si te sentís un poco perdida o perdido, mi consejo es que te des la oportunidad de experimentar la naturaleza de cerca, aunque sea por 15 días. Trabajá en lo que puedas y, si tenés la posibilidad, participá en un voluntariado, dar tu tiempo a una causa es una de las recompensas más grandes. Conectate con lo que realmente disfrutás hacer y las oportunidades te van a encontrar solas.

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