Por Camila Amorin, divulgadora científica y estudiante de biotecnología.
Ayer tuve la oportunidad de conocer el laboratorio del CONICET, y fue como entrar en un universo donde la ciencia se vuelve visible, cercana y fascinante.
- Fachada del edificio visitado.
Recorrí espacios llenos de instrumentos, muestras y experimentos que permitían entender, de forma clara y concreta, cómo funciona el mundo que nos rodea. Desde observar células al microscopio hasta descubrir cómo se analiza el ADN o cómo se investiga la biodiversidad, cada rincón estaba pensado para despertar la curiosidad.
Uno de los aspectos más inspiradores fue la manera en que integran a los niños al mundo científico. A través de juegos modernos, dinámicos y divertidos, niñas y niños pueden acercarse a conceptos de física, química y matemáticas. Además, se ofrecen talleres especialmente diseñados para ellos, que estimulan la creatividad y el pensamiento crítico desde edades tempranas.
- Experiencias lúdicas para aprender física, química y matemática.
También me sorprendió la existencia de un laboratorio Fungi, un espacio que pone el foco en el mundo de los hongos, sus propiedades, usos y curiosidades. Una temática poco habitual y, sin embargo, sumamente relevante para la ciencia, la salud y el ambiente.
- El mundo de los hongos: diversidad, ciencia y ambiente.
A su vez, cuentan con una biblioteca que incluye materiales tanto para niños como para adultos. Allí se puede encontrar una gran variedad de libros sobre ambiente, física, química y matemática, pensados para distintos niveles de comprensión e intereses. Es un recurso valioso que invita a seguir explorando, leyendo y aprendiendo más allá del recorrido.
- Libros para todas las edades sobre ciencias naturales y exactas.
No se trató solo de aprender datos, sino de experimentar la ciencia como algo vivo, dinámico y profundamente humano. Me fui con una sensación muy clara: entender cómo se construye el conocimiento también es una forma de valorar lo que tenemos y de imaginar lo que podemos lograr como sociedad.
Una experiencia que recomiendo a cualquiera que alguna vez se haya preguntado cómo es, en verdad, la ciencia por dentro.